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La geopolítica impacta directamente en nuestras finanzas, tanto a través de conflictos armados, como los de Ucrania o de Oriente Medio, como por otros de carácter más económico, como la política comercial de Trump. Los impactos directos pueden ser sustanciales, provocando subidas de precios y lastrando la actividad económica, aunque los efectos indirectos, derivados del aumento de la incertidumbre, también son importantes y pueden ser persistentes. En este artículo, repasaremos la situación geopolítica actual y cómo acaba afectando a nuestros bolsillos.
Ucrania, gas natural y electricidad
Cuando Rusia invadió Ucrania en 2022, el precio del gas natural se multiplicó por diez ante la posibilidad de cortes en el suministro. Posteriormente, ese precio también se vio impulsado por la imposición, por parte de la UE, de sanciones a Rusia, que era el principal suministrador de productos energéticos en Alemania y otros países europeos. Este encarecimiento afectó también a otros precios energéticos, como el de la electricidad, que se incrementó a pesar de las reducciones impositivas que muchos estados aplicaron.
El aumento de los precios de la energía tuvo consecuencias adversas tanto para la industria —ya que supuso un fuerte lastre para su competitividad— como para los hogares, que, ante la subida de las facturas energéticas, tuvieron que ajustar sus presupuestos reduciendo el gasto en otros bienes de consumo. Todo ello abrió un período económico de inflaciones elevadas y de evolución económica relativamente desfavorable. En los trimestres posteriores, los aumentos de los tipos de interés impulsados por el BCE para afrontar esta inflación supusieron un nuevo reto en términos de renta disponible para los hogares. En el caso del Estado español, la menor dependencia de los flujos energéticos procedentes de Europa del Este y la buena salud de los balances de las empresas y los hogares —que habían aprovechado los años anteriores para reducir su endeudamiento— han permitido un impacto más limitado que en otros países, aunque igualmente notable.
Trump, aranceles e incertidumbre
En 2024, el shock proviene de Estados Unidos y, en concreto, de la política comercial de la administración Trump. Esta política se caracteriza por la voluntad de imponer aranceles como herramienta para reindustrializar el país, pero también como instrumento de negociación para conseguir condiciones más favorables en sus relaciones exteriores. En nuestras publicaciones hemos analizado los anuncios arancelarios de Trump, sus motivaciones y sus posibles impactos. En poco más de cuatro meses, la administración ha realizado más de 50 anuncios en este ámbito, incluyendo introducciones, retiradas, suspensiones y ajustes de aranceles, acuerdos comerciales y amenazas a varios países y sectores. Además, otros países han adoptado medidas compensatorias y de represalia.
Esta política comercial tendrá consecuencias directas, como, por ejemplo, un aumento de los precios de los bienes afectados por los aranceles en su proceso de fabricación o venta. En el pasado, la UE ha adoptado una aproximación relativamente quirúrgica en los aranceles de represalia contra Trump, procurando centrarlos en bienes producidos en ciertos estados y que no tengan una importancia estratégica para Europa.
Un segundo impacto afectará a la actividad económica, que se verá condicionada por la necesidad de reorganizar procesos productivos y operaciones a raíz de los aranceles y la voluntad de reducir el riesgo de posibles nuevas medidas por parte de Estados Unidos. La elevada incertidumbre tendrá también un efecto sobre la actividad, ya que muchas decisiones económicas —como las de inversión por parte de las empresas o las de consumo por parte de los hogares— pueden verse afectadas ya sea reduciendo o posponiendo parte del gasto previsto. Todo esto tiene consecuencias en términos de actividad económica porque puede acabar repercutiendo en los beneficios empresariales, los sueldos y el empleo. En el caso de España, la exposición comercial directa a Estados Unidos apunta a que este shock puede permitir un comportamiento relativamente mejor de la economía española en comparación con la del conjunto de la zona euro. El papel de los bancos centrales será, como siempre, clave. El BCE ha manifestado su preocupación por el impacto de la política comercial sobre la actividad en la zona euro y ha mostrado una mayor disposición a reducir los tipos de interés para compensar los efectos descritos. Estas rebajas deberían permitir mejorar los recursos disponibles para las empresas y los hogares, impulsando la inversión y el consumo.