27 de nov. de 2025 Lectura: 6 minutos

¿Has oído hablar del euro digital? Cada vez es más habitual encontrar este término en los medios, los titulares y los debates sobre el futuro de los pagos.
Hace tiempo que se intuye que podría transformar la forma en la que usamos el dinero, pero todavía abundan las dudas, las interpretaciones parciales y algunos malentendidos.

En este artículo del blog queremos poner orden, separar los mitos de los hechos y explicar, de manera clara y cercana, qué significa realmente este proyecto.

Una nueva forma de efectivo para la era digital

El euro digital será la versión digital de nuestro efectivo, manteniendo exactamente el mismo valor.
Aunque para el usuario pagar con un billete de 50 euros pueda parecer equivalente a hacerlo con una tarjeta de crédito, lo cierto es que se trata de dos formas de dinero diferentes. Un billete de 50 euros ha sido emitido y está completamente respaldado por el banco central. En cambio, los 50 euros que utilizamos al pagar con una tarjeta vinculada a una cuenta bancaria corresponden a dinero bancario, emitido por una entidad privada. Si bien ambos ofrecen garantías similares para el usuario, su naturaleza es muy distinta.


El euro digital busca precisamente crear una forma de dinero en el entorno digital que ofrezca las mismas garantías que el efectivo físico, al estar emitido y respaldado por el banco central.

El euro digital no es una criptomoneda


El euro digital es completamente distinto de estos activos, ya que será emitido y respaldado por el Banco Central Europeo. Como institución pública, el BCE buscará garantizar su correcto funcionamiento.

Además, el euro digital —al igual que ocurre con el efectivo— ofrecerá una mayor estabilidad frente a las fluctuaciones de valor y los episodios de volatilidad, fenómenos muy comunes en los criptoactivos como el bitcoin y, en menor medida, en las criptomonedas estables (stablecoins).

Por último, el euro digital tendrá la condición de moneda de curso legal, lo que implica que será aceptado universalmente por su valor. Es decir, si pago con 5 euros, nadie podrá cuestionar que esos 5 euros valen exactamente 5 euros y no 2. Nadie pondrá en duda que el valor del dinero es el que representa.

Así será el acceso al euro digital

Aunque la legislación y los aspectos técnicos aún no están completamente definidos, sí es posible anticipar cómo podremos acceder a esta nueva forma de dinero.

En una primera fase, estará disponible a través de una aplicación móvil o mediante una tarjeta física. Además, nuestra entidad financiera será quien nos facilite el acceso al euro digital, sin que tengamos que interactuar directamente con el BCE —como sucede hoy con el efectivo— para utilizarlo.

A diferencia de otros métodos de pago, no será necesario disponer de una cuenta bancaria tradicional para emplearlo. No obstante, sí será imprescindible tener un número de cuenta de euro digital asociado a nuestro usuario, asignado por nuestro banco. En caso de que lo deseemos, esta cuenta podrá trasladarse fácilmente a otra entidad.


Una vez dispongamos de dicha cuenta, ya sea a través de la app o de la tarjeta física, los pagos con el euro digital ofrecerán las mismas ventajas que el efectivo: no tendrán comisiones para los ciudadanos, contarán con aceptación generalizada y permitirán realizar pagos de proximidad, tanto en comercios como entre particulares.

Seguridad y privacidad: dos pilares fundamentales

Uno de los principales objetivos del euro digital es proporcionar una divisa digital segura y fiable. El euro digital estará diseñado con los más altos estándares de seguridad.


En lo relativo a la privacidad, cabe destacar las diferentes modalidades de uso:

  • Pagos online: tal y como ocurre actualmente con los pagos digitales, será nuestra entidad financiera quien disponga de la información relativa a estas operaciones. Por motivos legales, derivados de la normativa contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, las entidades financieras están obligadas a acceder a estos datos para cumplir con la regulación.
  • Pagos offline: en este caso, nadie tendrá acceso a la información de las transacciones realizadas. Solo será necesario cargar el monedero digital o la tarjeta y pagar de manera completamente anónima. Será equivalente a retirar 50 euros en efectivo de un cajero, guardarlos en la cartera y utilizarlos después en un comercio.

En cuanto al acceso a los datos por parte del Banco Central Europeo (BCE), este solo recibirá tres datos en los pagos realizados en la modalidad online: un código anonimizado del pagador, un código anonimizado del receptor y el importe de la transacción. De este modo, será imposible para el BCE vincular una operación con personas físicas concretas. Además, conviene recordar que el BCE, cuyas funciones emanan de la legislación europea, no tiene ningún incentivo comercial ni político para hacer uso de los datos transaccionales.

Para reforzar la privacidad, también se protegerá el uso del efectivo a través de la regulación. Además, es importante recordar que seguiremos estando amparados por la normativa de protección de datos, que se aplica tanto a entidades públicas como a privadas. De manera más específica para el euro digital, cualquier uso o transmisión de información requerirá siempre la autorización expresa del usuario. Finalmente, debe tenerse presente que el euro digital será un complemento de los medios de pago actuales y que su uso será siempre opcional.

Un proyecto europeo con vocación pública

El proyecto del euro digital persigue principalmente cuatro grandes objetivos:

  • Mantener el papel del dinero público como pieza central del sistema financiero en la era digital. Desde Europa se entiende que la confianza en poder recurrir al dinero público ante cualquier peligro o disrupción es lo que otorga estabilidad al sistema financiero.
  • Reducir la dependencia estratégica de terceros países. La UE se ha dado cuenta de su elevada dependencia de terceros países, y los servicios financieros no son una excepción. Cuando pagamos en el supermercado o compramos online con tarjeta, normalmente lo hacemos a través de compañías estadounidenses. Actualmente, 13 de los 20 países de la eurozona dependen en gran medida de estas empresas extranjeras. A ello se suma la irrupción de las stablecoins respaldadas por el dólar y los posibles efectos que estas puedan tener sobre los pagos en Europa.
  • Aumentar la resiliencia del sistema de pagos. Basta recordar el apagón sufrido hace unos meses, que impidió utilizar tarjetas y cajeros durante varias horas. Gracias a su funcionalidad offline, a sus elevados estándares de ciberseguridad y a su capacidad de continuidad operativa, el euro digital permitirá realizar pagos en cualquier circunstancia.
  • Reforzar la competencia y reducir los costes para los comercios. Actualmente, una parte significativa de los pagos se canaliza a través de empresas no europeas que aplican comisiones elevadas, repercutidas principalmente en los comercios y consumidores. Según un estudio de la Comisión Europea, las comisiones cobradas a los comercios por las transacciones con tarjeta aumentaron alrededor de un 60 % entre 2018 y 2022. El euro digital, cuyo uso será gratuito, contribuirá a reducir estos costes.

¿En qué punto se encuentra actualmente el proyecto del euro digital?

En relación con el calendario del proyecto, el pasado 29 de octubre de 2025, el BCE decidió avanzar hacia la tercera y última fase de estudio. Esta etapa se centrará principalmente en el desarrollo de las capacidades técnicas necesarias para diseñar, implementar y mantener la arquitectura que sustentará el posible euro digital.

Aunque el BCE lidera los trabajos técnicos, la decisión final sobre la emisión del euro digital corresponde única y exclusivamente al Parlamento Europeo y al Consejo de la Unión Europea, que desde 2023 están trabajando en la legislación pertinente.

Actualmente, se parte de la hipótesis de que la normativa definitiva se publicará a mediados de 2026. Si este calendario se confirma, el BCE prevé iniciar un programa piloto a mediados de 2027, y los consumidores podremos disponer del euro digital en 2029.