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No cabe duda de que los diferentes países e instituciones están utilizando toda su artillería monetaria y fiscal para combatir los efectos económicos derivados del drástico parón de la actividad a nivel mundial. Sin ir más lejos, ayer el Senado de los EE. UU. aprobó el paquete de estímulo fiscal valorado en 2 billones de dólares, equivalente al 10 % del PIB norteamericano. Este se sumará a las innumerables iniciativas que está adoptando la Reserva Federal con el objetivo de no drenar de liquidez el mercado. Esta mañana, Japón, el país que se negaba a cancelar los JJOO porque no veía ningún peligro de contagio, está trabajando para introducir un paquete de ayuda a los impactados por el virus que podría ascender hasta los 500.000 millones de USD, otro 10 % del PIB, el cual sería el más grande de su historia. Suma y sigue, los analistas empiezan a estimar que la suma de todos los paquetes de estímulo contabilizaría a día de hoy en hasta un ¡8 % del PIB mundial!
Sin lugar a dudas, aunque todas estas medidas ayudarán a contener las economías de forma temporal, la principal lucha se debe centrar en combatir la propagación del virus, puesto que, a diferencia de crisis anteriores, el origen de esta crisis no es otro que sanitario. Así, en un duro comunicado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) avisó a los países que dejasen de perder el tiempo y se centrasen en acometer medidas con el objetivo de reforzar los sistemas sanitarios públicos y evitar así su colapso. Aunque cada vez más países se están sumando a medidas de distanciamiento social restrictivas, lo cierto es que todavía falta mucho trabajo por hacer, especialmente en los países del otro lado del Atlántico, donde, desafortunadamente, la curva de contagios no ha hecho más que empezar a acelerar. Solo entonces, una vez se hayan atacado las medidas de contención sanitarias, las medidas de estímulo económico facilitarán la vuelta a la normalidad.
Probablemente, todo está yendo muy rápido; quizás hemos pasado de un extremo a otro, el tiempo dirá, pero lo cierto es que hoy, más que nunca, debemos confiar en nuestra filosofía, el ADN y la calidad que conforman nuestras carteras, y que cuando la volatilidad se dispara es cuando surgen las oportunidades. Para ello, contamos con la ayuda de nuestro enfoque diferencial ISR, que nos permite identificar a aquellas empresas más resistentes en este nuevo escenario y que, sin duda, tendrán un mejor comportamiento relativo una vez los mercados se calmen.
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