El concepto de greenwashing hace referencia a las prácticas empresariales, generalmente en materia de marketing y comunicación, que las empresas utilizan para informar (o lavar) sobre sus prácticas medioambientales cuando generalmente solo son una cortina de humo con el objetivo de mejorar su reputación.
Su principal cometido es aprovechar que la sociedad está cada vez más concienciada sobre los efectos adversos de los avances económicos en el medioambiente y sus obligaciones para luchar contra el cambio climático para destacar las bondades de su estrategia y, así, tener la capacidad de vender más sus productos y/o servicios. Solo basta con abrir la prensa y ver un sinfín de anuncios contratados con carácter medioambiental.
Adicionalmente, el uso de estrategias de greenwashing puede tener varias vertientes más allá del simple objetivo de aumentar sus ventas. Por ejemplo, en el campo de las inversiones, en el que cada vez hay más instituciones que emplean objetivos ASG en el mandato de sus inversiones. Así, una buena consideración medioambiental puede suponer para las compañías un notable ahorro en los costes de financiación para su desempeño, el cual puede ascender hasta los cientos de millones de euros para el caso de las grandes compañías.
A pesar de desvirtuar la realidad, los anuncios suelen estar dentro de los estándares legales, ya que la regulación a tal efecto suele ser significativamente liviana. Por ello, y debido a la dificultad de discernir entre la fiabilidad de los datos, resulta extremadamente importante que las autoridades se pongan manos a la obra para tratar de establecer un marco al que las corporaciones se deban acoger y evitar, así, que la mala praxis se extienda paulatinamente en el sistema.
