Bosques maduros: un patrimonio natural único

¿Quién no se maravilla en presencia de un árbol centenario, más aún ante la vista de un bosque viejo? Se trata de parajes naturales excepcionales conformados por árboles grandes y viejos, a veces retorcidos y con cavidades, por madera muerta en pie o en el suelo y en proceso de descomposición, por musgos y líquenes…, habitados por una diversidad de vida animal y vegetal extraordinaria y no siempre evidente a simple vista.

Incontables registros relacionan estos tesoros naturales con la sabiduría, el misticismo, el arte y la cultura…, algo nos conecta con lo que Carl Sagan describía como “nuestros primos, los árboles”. Una conexión ancestral, seguramente también derivada de nuestros orígenes más primigenios como especie.

Desgraciadamente, en nuestra geografía los bosques maduros o incluso viejos son un patrimonio natural único muy escaso que casi ha desaparecido del todo; solamente quedan unos pocos parajes, como se está demostrando, muy expuestos a la tala de sus árboles centenarios, circunstancia que les puede hacer perder su valor intrínseco de biodiversidad y servicios asociados durante más de un siglo. La Fundación Caja de Ingenieros colabora en el proyecto “Bosques Terapéuticos” que promueve la mejora del bienestar personal a través de itinerarios terapéuticos.

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