El modelo financiero y social actual está basado en un sistema que consume los recursos naturales a un ritmo que supera con creces la capacidad regenerativa de la naturaleza. Este paradigma, insostenible en su esencia, presenta una verdad ineludible: los recursos son finitos y su agotamiento se cierne en un horizonte cada vez más próximo.
Sin embargo, en esta encrucijada nace la oportunidad de replantear nuestra trayectoria. Surge la necesidad imperante de tejer alternativas que mitiguen la escasez de recursos naturales que afrontamos hoy. Es aquí donde emergen iniciativas enérgicas, destinadas a fomentar el uso de energías renovables y la adopción de prácticas ecoamigables tanto individualmente como en el seno de empresas e instituciones.