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Cuando tener dinero cuesta dinero: tipos de interés en negativo

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Cuando tener dinero cuesta dinero: tipos de interés en negativo

La sorpresa de los primeros navegantes que se toparon con el submarino Nautilus fue tal que lo tomaron por un monstruo marino o una ballena gigante. Tuvieron que frotar la piel del supuesto monstruo para darse cuenta de que era de acero y se trataba de una creación humana.

De forma similar a los personajes de Julio Verne, la banca europea ha descubierto que el tipo de interés creado por las propias entidades, el Euribor, era capaz de adentrarse en aguas más o menos profundas. Durante años se han firmado millones de hipotecas pensando que el Euribor a 12 meses, el principal índice de referencia del mercado hipotecario, no podía hundirse por debajo del 0 %. Ahora que la realidad de los tipos negativos se impone, haríamos bien en tratar de averiguar cuáles son las consecuencias para los ciudadanos y el sistema financiero, de entre las cuales quisiera destacar tres.

La primera es bastante obvia: esta rebaja es positiva para todos los que tienen una hipoteca. En la otra cara de la moneda se encuentra la banca. El efecto de los tipos de interés negativos en la banca es especialmente doloroso cuando afecta al Euribor a 12 meses, el principal tipo de referencia hipotecario. Hay que tener en cuenta que la actividad bancaria es un negocio apalancado, es decir, que una disminución en la rentabilidad del activo implica una disminución mucho mayor de la rentabilidad sobre los fondos propios. Si pensamos en un banco hipotecario con un apalancamiento de 20 veces, algo bastante habitual en la práctica bancaria, en caso de que el Euribor 12 meses llegara al nivel del -0,10 %, valor no demasiado exagerado, podría suponer perder hasta dos puntos porcentuales de rentabilidad. Hace pocos días, los grandes bancos españoles hicieron públicos sus resultados de 2015 y encontramos algunas rentabilidades que se sitúan en torno al 4 % e incluso por debajo, debido principalmente al largo proceso de digestión de una cartera enorme de impagados. Además, hay varias entidades de crédito que pueden tener que asumir pérdidas por la eliminación de numerosas cláusulas suelo en las hipotecas. En consecuencia, perder dos puntos adicionales de rentabilidad a causa del Euribor no es muy alentador.

La segunda: que las cuentas a la vista de las que disponemos todos los particulares son una inversión bastante rentable. En los distintos sistemas bancarios que registran tipos de interés en negativo, como puede ser el caso de Dinamarca o Suecia, estos tipos negativos no se han trasladado en ningún caso a las cuentas corrientes y depósitos de la clientela minorista. Los clientes pueden mantener el dinero en la cuenta corriente y solo deben abonar las comisiones de mantenimiento en caso de que trabajen con una entidad de crédito que las cargue. Ahora bien, vemos que en estos países, también en la Eurozona, han aplicado tipos negativos a los depósitos mayoristas, como pueden ser los depósitos de los fondos de inversión y pensiones, las aseguradoras y las grandes empresas. El inversor mayorista debe pagar en torno al 0,25 % para invertir su liquidez inmediata. La liquidez hoy se penaliza, pero penaliza solo a las instituciones.

La tercera, y quizás la más sorprendente tras una crisis financiera, es que tanto los test de estrés realizados por el Banco Central Europeo a las entidades financieras como los distintos informes enviados de forma recurrente al supervisor no han tomado en consideración el efecto de los tipos de interés en negativo. De hecho, los test de estrés a la banca de 2014 se centraron en plantear lo contrario, un incremento del tipo de interés, especialmente en la deuda de los gobiernos de la eurozona, similar a la crisis que se había producido en 2011 en el caso de la deuda española. Estas pruebas de estrés podían ser lógicas en aquel momento, pero han quedado desfasadas. Afortunadamente, las entidades de crédito están capitalizadas con más solidez que hace unos años y están llevando a cabo una fuerte adaptación de la estructura de costes que debería permitirles afrontar unos ingresos más reducidos.

De cara al futuro, si seguimos el rastro de los países que nos han precedido, pronto veremos ofertas de depósitos a solo el 0,01 % e, inevitablemente, habrá un fuerte incremento de la demanda y la oferta de productos que permiten asumir mayores rentabilidades a cambio de un mayor nivel de riesgo. También observaremos que hay entidades de crédito que vuelven a incluir cláusulas suelo en las hipotecas, aunque esta vez el mínimo del Euribor se situará simplemente en el cero, como debería haber sido siempre.