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Siglo XXI: ¿Y ahora?

Finanzas

Siglo XXI: ¿Y ahora?

El episodio turbulento vivido en los dos últimos meses en la Bolsa, en los que las cotizaciones han caído súbita y significativamente, es comparable a una catástrofe natural desatada después de un proceso de cambio climático. Estos altibajos en las cotizaciones bursátiles no han llegado solos; han venido acompañados del derrumbe de los precios de las materias primas con un recorrido idéntico al anterior, el alza de los valores refugio de deuda pública hasta niveles insostenibles en el tiempo, así como el desplome del valor de las acciones del sector bancario hasta situarse por debajo de su valor en libros.

Pero lo verdaderamente fundamental es tratar de anticipar qué podemos esperar de la transformación del entorno financiero y económico, y qué es necesario preservar para el próximo futuro. A pesar del mal comportamiento bursátil, nunca se ha cuestionado la solidez del sector financiero, obtenida gracias a la muy exigente regulación que pone el foco en la solvencia.

Esto nos lleva a considerar que la caída bursátil tiene que ver con las perspectivas de negocio y la rentabilidad del sistema financiero. El actual contexto sugiere que los inversores cuestionan las escasas probabilidades de éxito de la actual política económica al estar basada en la inundación de liquidez como única herramienta para  impulsar el crecimiento.

La caída bursátil tiene que ver con las perspectivas de rentabilidad del sistema financiero.

Los nuevos tiempos deberían contar con un mayor activismo de las diferentes políticas instrumentales que componen la política económica, especialmente la fiscal y la de gasto público, otorgando mayor protagonismo a la inversión pública neutralizadora de la trampa de liquidez en la que los mercados están sumergidos. Será fundamental una fiscalidad que refuerce la disponibilidad de la renta, especialmente para los segmentos de población más desfavorecidos, y coadyuve a una menor desigualdad social que estamos viendo avanzar.

La reactivación del elenco de herramientas públicas, junto con las reformas estructurales a nivel de la Unión Europea, favorecería, por tanto, la recuperación del papel del sistema financiero en la financiación de la economía. La política monetaria innovadora y heterodoxa no ha logrado el impulso de la actividad económica requerido, y la alta volatilidad de los mercados perjudica el crecimiento económico y fomenta las profecías auto-cumplidas que no sugieren nada positivo para la economía.

Es hora de que la política económica no solo sea política monetaria, por el bien común y para poder afirmar que ¡hay vida tras la crisis!

[Artículo de opinión publicado en el Diario Expansión, el 11 de Abril de 2016]