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Aprende a estructurar los objetivos financieros

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Aprende a estructurar los objetivos financieros

En el anterior artículo se describió la metodología para calcular la renta disponible para el ahorro, que es la base sobre la que se sustenta todo plan de ahorro financiero. Ahora vamos a presentar una guía básica para estructurar nuestros objetivos financieros de forma homogénea con el fin de encontrar las herramientas adecuadas que nos permitan alcanzar nuestras metas.

Detección de metas financieras

Muchos y muy diversos son los objetivos que cada uno de nosotros podemos tener, los cuales, en gran medida, dependen de nuestra situación personal (edad, cargas familiares, nivel de ingresos y compromisos financieros). Ante esta situación, he decidido realizar un pequeño cuestionario entre mis compañeros de trabajo con el propósito de ilustrar la diversidad de respuestas posibles. Los integrantes de mi muestra son heterogéneos en términos de edad, responsabilidades familiares y objetivos vitales, por lo que las respuestas, como era de esperar, han sido también heterogéneas.

Al preguntarles sobre el destino de sus ahorros, estas han sido las respuestas: acumular recursos para financiar viajes vacacionales; planificar el nacimiento de hijos; generar un colchón de seguridad; plantear un ahorro para la educación de sus hijos; tener recursos para ayudar a familiares de edad avanzada; adquirir una vivienda; contratar una cobertura sanitaria; y, en todos los casos, el objetivo común de generar una fuente de ingresos complementaria para sus jubilaciones.

La conclusión a la que se llega tras realizar este pequeño estudio es que muchos de los objetivos requieren de estructuras de ahorro diferentes. Como ya explicamos anteriormente, no es lo mismo ahorrar para un viaje vacacional que para complementar nuestra jubilación. Por lo tanto, la manera de invertir estos ahorros debe adaptarse a las necesidades de cada uno de ellos.

Homogenización de objetivos

Así, la primera dificultad que tenemos que afrontar es la creación de categorías que nos ayuden a homogeneizar los objetivos. Nosotros planteamos la alternativa de agrupar estos objetivos en función del tiempo que necesitaremos para ahorrar lo suficiente para afrontarlos. De esta manera, por ejemplo, podemos alcanzar nuestra meta de ahorro para las vacaciones o para el colchón de seguridad en un plazo inferior a un año, pero nuestro complemento para la jubilación requerirá de mucho más tiempo.

Aplicando este concepto, ordenamos a continuación las respuestas de nuestra encuesta en las siguientes categorías.

estructurar los objetivos financieros

Obviamente, tanto los objetivos como el plazo para alcanzarlos variarán en función de la capacidad de ahorro de cada persona y de sus necesidades futuras.

Construcción de carteras de inversión adecuadas a cada objetivo

Las características que se derivan de cada categoría plantean algunas cuestiones adicionales ligadas a la liquidez de capital y al monto total que se debe acumular para cubrir las metas:

  • Aquellos objetivos a corto plazo normalmente requieren de un capital inferior (menos importe), pero su componente vinculado a la seguridad familiar implica que el patrimonio debe estar disponible en todo momento.
  • Por el contrario, los objetivos a más largo plazo suelen requerir de un capital mucho más elevado, y por este motivo no debería contemplarse la liquidez hasta su vencimiento. Si disponemos de este capital a mitad del proceso, deberíamos empezar de nuevo, hecho que puede conllevar que nos reconsideremos o abandonemos nuestros objetivos futuros.

A continuación, se muestran algunas de las características aplicables a cada tipología de plan de inversión.

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De la tabla anterior se desprende no solo el aspecto ya mencionado de la liquidez (disponibilidad), sino también el hecho de que podemos asumir posiciones más arriesgadas si no vamos a necesitar este ahorro a corto plazo.

A partir de este punto nos centraremos en los planes de ahorro a largo plazo, ya que son los que nos permiten ilustrar de mejor manera cómo impacta el riesgo asumido en nuestro plan de ahorro.

Asunción de riesgo en ahorros a largo plazo

Pensemos por un momento en nuestra situación una vez jubilados: si la media de jubilación está en los 67 años y la esperanza de vida es de aproximadamente 87 años, esto implica que debemos acumular capital para complementar nuestros ingresos ¡durante 20 años!

Intentemos ahora cuantificar el importe de la pensión que recibiremos y la renta que deberíamos generar con nuestros ahorros a largo plazo para mantener nuestro nivel de vida actual. Para ello, tomaremos como referencia los siguientes datos estadísticos: el sueldo medio según el INE fue de 23.646,50 € brutos anuales en 2017. Esto representa un ingreso medio mensual de 1.970,54 € brutos. Si observamos ahora el importe medio percibido en concepto de pensión por jubilación, el dato es de 1.140,71 € brutos mensuales.

Si quisiéramos mantener nuestro nivel de vida actual, deberíamos ahorrar lo suficiente para asegurarnos una renta mensual de 830,17 € brutos (que es la diferencia entre el salario medio y la pensión media actuales) durante un periodo estimado de aproximadamente 20 años (que es la esperanza de supervivencia media después de jubilarnos), lo que implicaría acumular un capital de casi 200.000 € cuando cumplamos los 67 años. ¡Parece complicado!, pero la realidad es que existen alternativas ligadas a la construcción de un plan de ahorro que nos pueden ayudar a lograr este objetivo.

Imaginemos que una persona con 40 años de edad está planificando su ahorro para la jubilación y que sus ingresos y expectativas de cobrar pensión por jubilación son iguales a las anteriormente expuestas.

Sabemos que esta persona cuenta con 27 años (desde los 40 años actuales hasta los 67 años en los que espera jubilarse) para ahorrar una cantidad de 200.000 €. ¿Qué alternativas tiene para alcanzar esta meta?

Sin duda, debe plantearse un plan de ahorro, es decir, debe destinar una parte de su renta mensual. El problema es determinar en qué invierte estas rentas mensuales y, sobre todo, qué importe debe asignar mensualmente para alcanzar su objetivo. La respuesta a estas preguntas es única y depende de cómo respondamos a una o a la otra.

Por ello, a continuación detallaremos diversos escenarios de inversión tomando como base tres alternativas: una inversión en la que no se asuman riesgos; una inversión con un riesgo moderado; y una tercera en la que se contemple la inversión en renta variable.

La primera opción implica un ahorro que asuma un riesgo nulo, es decir, que en el entorno actual no nos ofrezca rentabilidad alguna (tipo de interés cero).

Para lograr acumular 200.000 € a los 67 años, debería ahorrar un capital anual de 7.407,40 € mediante unas rentas mensuales de 617,28 €. Esta modalidad requiere de un esfuerzo muy elevado y puede producir un desánimo que desencadene en el abandono de su compromiso de ahorro a largo plazo.

Sin embargo, existen alternativas de inversión que asumen algún riesgo. Una inversión en activos mixtos de renta fija, correspondientes a un perfil moderado, han ofrecido una rentabilidad anual media del 3 % en los últimos quince años.

Por su parte, carteras de renta variable han ofrecido rentabilidades medias anuales del 10 % en el mismo periodo de tiempo.

Obviamente, estos datos corresponden a medias históricas y, por tanto, no garantizan en ningún caso los rendimientos futuros, pero sí pueden considerarse como indicadores aproximados de las expectativas futuras de rentabilidad a plazos superiores a los quince o veinte años.

En la siguiente tabla se muestran las rentas mensuales que esta persona debería destinar según la alternativa que quiera adoptar: cartera conservadora, mixta o en activos de renta variable.estructurar los objetivos financierosComo se observa, el esfuerzo de ahorro mensual es superior si no se asume riesgo en nuestro plan de ahorro, haciendo evidente el efecto de la capitalización.

Por otro lado, las rentas mensuales del proyecto más arriesgado son considerablemente inferiores y permiten disponer de una mayor renta para afrontar compromisos, hecho que permite al inversor arriesgado no preocuparse por este capital y dejar que el mercado a largo plazo ofrezca las rentabilidades esperadas al vencimiento.

Conclusiones

  • Ordene sus objetivos según sus características.
  • Tenga en cuenta que el ahorro a corto plazo puede ser necesario en todo momento.
  • Destine aquello que no necesite a su ahorro a largo plazo; de este modo, podrá asumir un perfil de riesgo que lo ayude a lograr sus objetivos.
  • Recuerde que las rentabilidades históricas no suponen rentabilidades futuras, pero pueden ser un buen indicativo para aquellos proyectos a largo plazo.
  • Recurra a un profesional para que lo asesore en este aspecto.