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Día Mundial del Agua: Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible

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Día Mundial del Agua: Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible

Un año más, el día 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua para recordar la relevancia de este líquido esencial. Nos encontramos con la necesidad de buscar medidas para abordar la crisis mundial del agua para conseguir el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: Agua y saneamiento para todo el mundo antes de 2030.

El tema de este año son las aguas subterráneas y se enmarca bajo el nombre “Aguas subterráneas: hacer visible lo invisible”.

La problemática del agua

Según el informe Progress on household drinking water, sanitation and hygiene 2000–2020 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, miles de millones de personas de todo el mundo se quedarán sin acceso a servicios de agua potable, saneamiento e higiene gestionados de manera segura antes de 2030, salvo que el índice de progreso se multiplique por cuatro.

Actualmente, 2000 millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura y 3600 millones las que carecen de servicios de saneamiento. Esto implica que 3 de cada 10 personas en el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable y que 6 de cada 10 no tienen acceso a instalaciones de saneamiento seguras. Unos datos francamente alarmantes.

Los beneficios de tener acceso a una fuente de agua potable solo se podrán conseguir cuando también se tenga acceso a un saneamiento seguro y se puedan cumplir buenas prácticas de higiene. Más allá de las ventajas inmediatas, como, por ejemplo, que las personas puedan estar hidratadas y saludables, el acceso al agua, saneamiento e higiene, conocidos como WASH, tiene impactos socioeconómicos profundos y más amplios, como el acceso a la educación y a una vida digna, y particularmente mejora la vida de miles de mujeres y niñas que destinan su día a día a recorrer miles de kilómetros para conseguir agua para sus hogares.

¿Por qué tenemos que cuidar las aguas subterráneas?

La mayoría del agua dulce en estado líquido del mundo es agua subterránea. Sin ella no habría vida. De hecho, la mayoría de las zonas áridas del planeta dependen por completo de este recurso. Suministra una gran proporción del agua que utilizamos para consumir, saneamiento, producción de alimentos y procesos industriales.

Las consecuencias de la sobreexplotación de las aguas subterráneas pueden ser, entre otros, la inestabilidad del suelo y la subsidencia y, en las regiones costeras, la intrusión de agua marina bajo tierra.

Hablamos de sobreexplotación cuando se extrae más agua de los acuíferos de la que se recarga con la lluvia y la nieve. Si este problema se perpetúa, puede llegar a suponer el agotamiento del recurso.

Las aguas subterráneas están contaminadas en algunos lugares. La mala calidad de estas puede ser por causas naturales o por la actividad humana. En general, cuando hablamos de contaminación, nos referimos a esta última. Su regeneración a menudo comporta procesos largos y difíciles, por lo que a veces impide su uso.

En otros lugares, desconocemos la cantidad de agua subterránea que se oculta bajo nuestros pies. Lo que significa que podríamos estar desaprovechando un recurso hídrico potencialmente vital.

¿Qué podemos hacer?

Tenemos que proteger las aguas subterráneas de la contaminación y utilizarlas de forma sostenible. Tratando de conseguir un equilibrio entre las necesidades de las personas y las del planeta.

Las aguas subterráneas son invisibles, pero esenciales para la vida. En zonas áridas, pueden ser la única fuente de agua para la población. Por eso es tan importante que, aunque no podamos verlas, las cuidemos.

En Caja de Ingenieros nos sumamos a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 6). Que incluye también los WASH como una de las metas específicas dentro de este objetivo, para destacar el papel fundamental que tiene el agua en la salud pública y, por tanto, en el desarrollo sostenible.