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Economía post-COVID y sostenibilidad con Joan Cavallé – Podcast

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Economía post-COVID y sostenibilidad con Joan Cavallé – Podcast

El mundo acaba de vivir uno de los acontecimientos más disruptivos de la historia reciente, una crisis sanitaria a causa de la propagación del virus COVID-19 con unos efectos económicos y sociales absolutamente devastadores. No existen precedentes similares en el último siglo, con la excepción de la gripe española de 1918, y tendríamos que retroceder a registros históricos anteriores al siglo XX para encontrar episodios de tanto impacto a consecuencia de una pandemia.

¿Qué ha traído la COVID-19?

La COVID-19 representa el mayor trigger de transformación de nuestro modelo económico, financiero y social, sin que ningún organismo internacional o regulador hubiera ni siquiera previsto el riesgo de pandemia en los mapas de riesgo económico y financiero.

Una vez superado el choque inicial de confinamiento económico, que, además de un coste extraordinario, ha puesto en valor la capacidad de personas, sectores, empresas y administraciones públicas para absorber y superarlo, la segunda etapa de la crisis se inicia ahora. No tenemos un diagnóstico económico preciso, sino que trabajamos en base a escenarios diversos, sin visibilidad sobre la certeza de las hipótesis ni sobre las consecuencias concretas de la pandemia a nivel macroeconómico. En esta fase de “reanudación”, avanzamos por un camino que nos es desconocido y que nunca antes habíamos recorrido.

Lo que sí está claro es que esta crisis nos está poniendo de manifiesto la incuestionable necesidad de repensar, no solo el porqué hemos llegado a esta crisis inesperada que daña paradigmas que habíamos asumido, sino que también nos obliga a focalizarnos en conceptos que ahora consideramos claves para emerger de la recesión económica, emprendiendo un modelo económico más eficiente y socialmente más equilibrado.

Más allá del protagonismo de la tecnología y la aceleración de la digitalización, la crisis generada por la COVID-19 ha puesto el foco en el valor del propósito y ha generado un impacto sociológico extraordinario. Hemos visto como la solidaridad y el apoyo social han logrado niveles inéditos, a través de miles de iniciativas solidarias y muestras de apoyo desde todos los sectores y ámbitos.

Y es que no solo se trata de ganar una cuenta de resultados, sino que, también, aportar valor a los stakeholders, sociedad incluida. La sociedad no solo vive de beneficios, sino del apoyo mutuo. Por lo tanto, los modelos más sociales y cooperativos empresariales ganan peso en periodos de mayores dificultades, porque, en la hora de escoger a quién comprar los productos, se introduce como una nueva variable relevante la proximidad de las empresas respecto a las personas.

En este aspecto, la economía social ha ganado peso como voz de respuesta a la pandemia. Es por eso que la COVID-19 representa un revulsivo para el propósito empresarial, pues finaliza el modelo corporativo que pone como único objetivo la consecución de beneficios. Aquellas empresas con una sólida calificación ESG, y por tanto una Gobernanza enfocada a la sostenibilidad y el compromiso social, serán las ganadoras.

Economía post-COVID y sostenibilidad

De hecho, la hiperglobalización ha quedado cuestionada gracias a la pandemia. Con muy pocas semanas, hemos podido comprobar como la huella humana se ha reducido en nuestro entorno. Y es que, ¿qué sentido tiene que, a cambio de una externalidad negativa para toda la sociedad, muchos productos viajen de una punta a otra del mundo para que su menor precio de venta (excluida la externalidad) permita competir con la producción local y ponerla en cuestión a la vez que emitimos CO₂?

Así mismo, durante la crisis de la COVID-19, los sectores ligados a la combustión de carbono han registrado el ajuste más severo a sus valoraciones bursátiles, que si bien hay que atribuirla a una caída extraordinaria de la demanda y a una oferta muy inelástica motivada por factores geopolíticos, también coincide con la evidencia de los beneficios, incluida la salud, de una atmósfera respirable disfrutando de un entorno más sostenible. No es casualidad que simultáneamente la Comisión Europea, siguiendo una estrategia keynesiana para impulsar la reactivación económica, potencie la ambición del European Green Deal, con unas inversiones en infraestructuras orientadas a la sostenibilidad capaces de movilizar hasta 1 trillón de euros esta década, para lograr los objetivos de carbón-neutral el 2050.

De hecho, en las últimas semanas, esta tendencia hacia la inversión socialmente responsable ha sido destacada. Las valoraciones de los fondos de inversión socialmente responsables, que invierten en empresas con las mejores calificaciones ESG, han registrado un mejor comportamiento respecto al resto, logrando en estas difíciles jornadas de los mercados financieros flujos positivos de inversión y creando valor para los inversores, dado que el índice S&P 500ESG ha tenido un rendimiento superior al S&P 500.

La COVID-19 ha sido una prueba que nos ha permitido entender y percibir los potenciales impactos del cambio climático, el mayor reto al cual se enfrenta nuestra sociedad. Y, al mismo tiempo, nos ha evidenciado la necesidad de avanzar en la cooperación y la investigación de respuestas globales, porque, a pesar de que los impactos puedan ser diferenciales en el plan económico, las consecuencias sociales y medioambientales son totalmente globales.

El futuro está para escribir, pero es evidente que esta crisis, que no tiene origen financiero pero sí consecuencias sustanciales, requiere que encontremos nuevas maneras de crear valor mediante la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el eje de la solución, siendo conscientes de los sacrificios y el esfuerzo que habrá que hacer los próximos 2 o 3 años para recuperarnos de la recesión económica y de sus consecuencias financieras.

En definitiva, la COVID-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de proponer modelos socioeconómicos alternativos que reúnan democracia, compromiso social y sostenibilidad del Medio Ambiente, y que sitúe a las personas y el planeta en el centro. La cooperación es fundamental para mejorar el desarrollo económico y social hacia una sociedad más equitativa, justa y democrática. No podemos permitirnos perder esta oportunidad.

Muchas gracias a todas y a todos por vuestra atención.

Que por muchos años podamos celebrar esta jornada juntos.

El mundo cooperativo tiene mucho que decir y aportar, y es más necesario que nunca.