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Premio Proyecto Solidario: ingenieros que cambian vidas

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Premio Proyecto Solidario: ingenieros que cambian vidas

Desde la llegada de la electricidad y el agua corriente a nuestros hogares hasta la revolución de lo smart, es evidente que la ingeniería se encuentra detrás de muchas de estas pequeñas (o grandes, según cómo se mire) soluciones que hacen que nuestro día a día sea más fácil. “Yo creo que la ciudadanía es consciente de este valor, otra cosa es que no conozcan exactamente todo lo que la ingeniería, en su conjunto, puede aportar a la sociedad”. Lo dice Miguel López Chapartegui, presidente de ICLI, la organización no gubernamental —cuyo nombre es un acrónimo de ‘Ingeniería para la Cooperación’ en castellano y euskera— que fue reconocida en 2019 con el Premio Nacional de Ingeniería Industrial en la categoría de Proyecto Solidario.

¿De dónde nacen los Premios Nacionales de ingeniería Industrial?

Los Premios Nacionales de Ingeniería Industrial, otorgados por el Consejo General de los Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales (CGCOII), distinguen el trabajo realizado por diferentes profesionales, empresas, agentes sociales y medios de comunicación del sector. Además, reconocen la labor que hacen para favorecer el progreso social y económico y mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Después de seis exitosas ediciones, en 2019, el compromiso con la dimensión social de la ingeniería industrial tomó aún más protagonismo de la mano de la Fundación Caja de Ingenieros. En colaboración con el CGCOII, impulsó la inclusión de una nueva categoría, la de Proyecto Solidario.

El honor de ser la primera iniciativa solidaria premiada recayó, pues, sobre ICLI, como reconocimiento a sus 25 años de trayectoria. La ONG vasca nació en 1995 del afán de un grupo de profesionales del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Álava (más tarde se incorporaron los de Gipuzkoa y Bizkaia). Creían que sus conocimientos de ingeniería podrían ser útiles a la hora de mejorar las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas del mundo. Y así ha sido: a lo largo de estos 25 años, ICLI ha llevado a cabo más de 200 proyectos de distinta índole —educación, sanidad, agricultura o infraestructuras, por nombrar algunos— en más de 25 países.

¿Qué ha permitido el premio Proyecto Solidario?

Uno de estos proyectos se ha podido realizar, precisamente, gracias al premio otorgado por el CGCOII y la Fundación Caja de Ingenieros. “Teníamos planteada una iniciativa de saneamiento en Bolivia, pero no contábamos con los fondos necesarios”, apunta el presidente de ICLI. Se trataba de continuar un proyecto anterior que había conseguido llevar agua potable a 36 familias que vivían en condiciones de extrema pobreza en el altiplano de Bolivia, cerca de La Paz, la capital.

El importe del premio ha permitido construir en cada casa un baño con ducha, lavabo y retrete. Además, se ha instalado un pozo séptico para garantizar que no se contamine el terreno y, por ende, el agua que consumen. Esta acción ha ido acompañada de talleres cuyo objetivo ha sido capacitar a la comunidad para potabilizar el agua y aprender a llevar el mantenimiento de las instalaciones. Algo muy importante para ICLI ha sido poder incorporar a las mujeres en estos grupos para darles prestigio, visibilidad y aumentar su autoestima.

Trabajar de manera ètica

“Somos conscientes de que en todos los proyectos tenemos que emplear el enfoque de género y la transversalidad”, explica López Chapartegui. A lo que añade: “No solo se trata de construir una red de saneamiento para esas familias, sino de ayudarlas a tener una vida mejor”. Y la mejor forma de hacerlo, según esta organización, es implicando a las mujeres.

Además, para asegurar que el trabajo de la ONG repercuta realmente en el día a día de las comunidades locales y que sus efectos perduran en el tiempo. Sus actuaciones siempre se desarrollan en colaboración con un socio local, como asociaciones o ayuntamientos, que en la mayoría de ocasiones aporta mano de obra. ICLI se encarga de formarlos para que, una vez acabado el proyecto, la comunidad local pueda realizar cualquier labor de mantenimiento que sea necesaria. También hacen talleres y otras acciones de sensibilización sobre temas como educación y salud.

Al final, para esta organización lo más importante no es qué se construye, sino que se haga de forma ética y con el objetivo de mejorar la sociedad. “La ingeniería puede aportar mucho al desarrollo, pero hay que procurar que no sea solo bienestar económico, tiene que aportar bienestar social”, opina López Chapartegui, que concluye lanzando un deseo para el futuro:

“El premio ha sido toda una satisfacción y nos ha permitido pensar que estamos haciendo las cosas bien, pero lo que nos gustaría de verdad es que esto sirva para que otros colectivos de ingenieros piensen en hacer alguna cosa parecida”.