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CREAF: ciencia ciudadana para el desarrollo sostenible 

Fundación Social

CREAF: ciencia ciudadana para el desarrollo sostenible 

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) andan, desde hace unos años, de boca en boca. Alcanzarlos y cumplir el plan de acción de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas es el gran reto de esta década. Para poder hacer frente a los desafíos sociales, económicos y medioambientales globales sin, como dice su lema, dejar a nadie atrás. La Fundación Caja de Ingenieros, como parte de su compromiso con la generación de un impacto positivo en la sociedad, está adherida al Pacto Mundial de las Naciones Unidas desde 2018. Además, se esfuerza para que sus acciones favorezcan la consecución de los ODS. Pero ¿cómo podemos saber si se están alcanzando esos objetivos? La ciencia ciudadana podría tener la clave.

La monitorización del progreso de los ODS requiere una gran cantidad de datos, que es necesario recoger y gestionar. La aplicación de la ciencia ciudadana facilitaría este proceso porque permite hacer observaciones de gran alcance temporal y espacial. Así lo demuestra un estudio liderado por el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados, con sede en Austria, que ha contado con la participación de expertos en este ámbito de todo el mundo. Entre ellos, Joan Masó, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), vinculado a la Universidad Autónoma de Barcelona. Masó trabaja con su grupo de investigación en la aplicabilidad tanto de la observación remota, la teledetección, como de la ciencia ciudadana para monitorizar los indicadores de los ODS.

“En este sentido, la ciencia ciudadana se vuelve incluso más interesante que la teledetección porque puedes llegar a hacer observaciones sobre el terreno que sean más relevantes”, explica.

La ciudadanía puede estar involucrada en la recogida de datos

La ciencia ciudadana es un tipo de investigación en el que las personas pueden participar activamente en tareas científicas. Ya sea a lo largo de todo el proceso de investigación o solamente durante una de las etapas.

“La ciudadanía puede estar involucrada en la recogida de datos o tener una implicación más intensa y participar en la definición de las preguntas de investigación e, incluso, en desarrollar la propia investigación”, explica Anabel Sánchez, la responsable de impacto social de la investigación del CREAF que, además, se encarga de promover la ciencia ciudadana del centro.

Con la voluntad de dar impulso a esta disciplina, este 2021 la Fundación Caja de Ingenieros ha iniciado una alianza con el CREAF. Esta alianza servirá para potenciar las diferentes iniciativas que la organización lleva a cabo en este ámbito ya hace tiempo.

Muchos de estos proyectos se articulan en torno de una app o de una plataforma web. De hecho, la tecnología ha sido primordial para que en los últimos años se haya producido una explosión de la ciencia ciudadana. Una disciplina que se empezó a desarrollar hace unos 40 años.

Con el tiempo también se han ido diluyendo las dudas sobre la calidad de los datos que puede recoger una persona sin formación. Las críticas hacia la legitimidad de este método de investigación son casi residuales. “Hay muchos proyectos realizados con ciencia ciudadana muy potentes y se han hecho estudios que demuestran que la información que se recopila es realmente útil”.

Afirma Sánchez, que, sobre las ventajas que esta manera de recolectar datos tiene con respecto a la tradicional, añade: “Si un experto va a recoger un dato en un lugar concreto, este puede ser superpreciso, pero solo es un dato; no representará la realidad tan bien como tener muchos datos, aunque no tengan la misma precisión”.

Más allá de los datos

“Muchos de los esfuerzos que se hacen en desarrollo sostenible se basan en monitorizar si alcanzamos los objetivos o no, pero lo que necesitamos es motivar cambios de dirección en determinados aspectos y eso va más allá de puros indicadores”, reivindica Masó. Se trata de propiciar cambios en las políticas que hace la administración y también cambios de actitud en la ciudadanía.

Aquí es donde, según el investigador, la ciencia ciudadana tiene más potencial. Su compañera del CREAF opina igual: “Lo más importante de la ciencia ciudadana es que puede servir para que la gente se forme, tome conciencia y se involucre más”.

La ciencia ciudadana representa un intercambio constante entre la sociedad, la comunidad científica y la administración, y las relaciones que se establecen entre estos actores son fundamentales para explicar todos los beneficios que puede aportar.

“Los ciudadanos se sienten involucrados y tienen la capacidad de participar en la creación en determinadas políticas de acuerdo con unas evidencias que ellos mismos han contribuido a recoger. Estos datos sirven a los científicos para desarrollar estudios que, por su parte, también pueden influir en la toma de decisiones”, explica Masó.

Más allá de la monitorización de los ODS, uno de los objetivos principales del CREAF es ofrecer oportunidades que permitan el aprendizaje permanente sobre el medio natural y las problemáticas que lo amenazan. Así, los ciudadanos y las ciudadanas no solo encuentran en estas actividades un espacio para el disfrute personal, sino que también adquieren más conciencia ecológica y están más informados e informadas sobre grandes desafíos de la actualidad, como es el cambio climático.