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La economía social y las fundaciones

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La economía social y las fundaciones

Preguntas a Pere-A. Fàbregas, presidente de la Coordinadora Catalana de Fundaciones.

  1. ¿Qué rol juegan las fundaciones en la economía social?

Se sabe que las fundaciones son una parte muy relevante de la economía social, ya que son entidades que por su regulación legal solo pueden hacer actividades orientadas a mejorar la sociedad. Además, están presentes en casi todos los sectores: social, salud, cultura, investigación, educación, universidades, ocio, servicios a las personas, deporte, entre otros.

Las fundaciones no pueden beneficiar a las personas que las hacen o que las impulsan, y no pueden tener afán de lucro. Los miembros de sus órganos de gobierno no pueden tener ninguna retribución por este trabajo, pero sí que tienen que responder y asumir su responsabilidad personal en caso de que haya un problema.

Además, las donaciones a las fundaciones de los ciudadanos y las ciudadanas, y también de empresas y otras instituciones, ni son recuperables ni pueden tener retribución. En definitiva, son una de las mejores muestras de solidaridad, de altruismo y de colaboración con las personas y con los problemas de la sociedad en que vivimos. Adicionalmente, el régimen de supervisión y de control desde la administración pública es amplio y moderno, mucho más exigente que el de otros tipos de entidades.

La importante tradición de fundaciones en Cataluña hace que haya más de 2.000 fundaciones activas, que dan trabajo a unas 90.000 personas, hecho que representa un relevante 2,5 % del empleo del país. También disponen de la colaboración de unos 45.000 voluntarios y de los patrones y patronas que aportan su tiempo y su experiencia de forma altruista a la gestión de las entidades. En definitiva, enmarca la importancia del tejido fundacional y es inimaginable pensar qué pasaría si no existiesen fundaciones en Cataluña tanto por su acción social como por su importancia económica, ya que representan un 1,5 % aproximadamente del conjunto de nuestra economía.

  1. ¿Cuáles son los objetivos de la Coordinadora Catalana de Fundaciones para 2021?

Nos encontramos ante un año extraño y duro tanto por la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas como por las dificultades que todo ello comporta a los catalanes y las catalanas. Para el mundo de las fundaciones, son momentos de gran complejidad. Se reducen los ingresos de las entidades, tanto públicos como privados por la situación económica, mientras hay un crecimiento muy relevante de la demanda de servicios a las personas por la situación social. Asimismo, las dificultades por la movilidad y para reunir personas por la situación de la pandemia son un problema adicional para el funcionamiento normal de las actividades de las entidades, con el consiguiente perjuicio.

Momentos de tensión y problemas, pero también de lucha, en los que se utilizan los principios más básicos de las fundaciones: sus valores y su gestión para conseguir superar con creces las dificultades. Esto ya se demostró durante la crisis del 2008. En aquel momento, la extraordinaria resiliencia de las fundaciones consiguió que, mientras se desplomaba el empleo y subía el paro hasta niveles de gran dureza en el conjunto de la economía, en el caso de las fundaciones se fuera creando empleo durante todos y cada uno de los años de la crisis.

A pesar de todo, en los últimos años, la Coordinadora ha tenido un crecimiento muy importante y muy rápido y ha conseguido aumentar fuertemente el número de fundaciones que han confiado en nosotros, que ya son cerca de setecientas, con un progresivo y sólido avance del orgullo de pertenecer al mundo de las fundaciones de Cataluña.

La Coordinadora, como ha hecho siempre, acompañará, durante el año 2021, a las fundaciones en su trabajo y sus esfuerzos, y mirará que se tenga en cuenta la existencia de las fundaciones en las diferentes disposiciones y normativas de las autoridades correspondientes. Trabajará para construir, durante este año, un modelo de formación orientado hacia el futuro para dar los mejores instrumentos a los profesionales del sector y, también, ayudará a introducir nuevos conceptos y elementos de modernización del trabajo de las fundaciones y de su gobernanza para avanzar en la eficiencia y también en la transparencia, la rendición de cuentas, la medida del impacto de las actuaciones y muchas otras herramientas que pueden ser su trascendente aportación a la gestión democrática de las instituciones.

Uno de los valores fundamentales de la Coordinadora es el dinamismo que aportan las diferentes Comisiones por ámbitos sectoriales que tenemos en funcionamiento, como son educación, ámbito social, investigación y tecnología, cultura y salud, con su permanente contacto con la realidad y las problemáticas específicas de los diferentes ámbitos de actuación. La actividad, a pesar de la pandemia, no ha bajado, sino todo lo contrario.

Una parte importante del trabajo de la Coordinadora se instrumenta a través del Observatorio de las Fundaciones, el cual, con sus trabajos y sus investigaciones, aporta elementos que permiten profundizar y conocer mejor el sector fundacional de Cataluña y, a la vez, construye el relato y los retos de futuro de las fundaciones, ayudando a explicar a la sociedad sus valores y sus aportaciones para la mejora de la sociedad en que estamos inmersos.

Finalmente, durante 2021, se tendrá que seguir con el trabajo, muy importante, de ir explicando permanentemente en los diferentes entornos qué son las fundaciones y qué hacen por el bien de la ciudadanía y del país.

  1. ¿Cuáles son las principales diferencias entre cooperativas, mutualidades, asociaciones y fundaciones?

Todas estas entidades forman parte de lo que se conoce como la economía social, si bien con peculiaridades propias en cada caso. Las cooperativas, mutualidades y asociaciones provienen, básicamente, de los principios de la ayuda mutua, de fraternidad, y son entidades orientadas a organizarse para ayudarse unos a otros, a nosotros. Hay muchos ejemplos: puede ser una cooperativa de trabajo asociado, en la que el objetivo es conseguir organizarse para proporcionar puestos de trabajo a las personas que son socias mediante su propio esfuerzo personal y directo; o una mutualidad, que aporta a sus socios mutualistas un servicio que mejora las prestaciones que se recibirían de otra manera; o una asociación, que permite organizar unas actividades para sus asociados de forma más cercana.

Las cooperativas están pensadas para llevar a cabo una actividad económica, igual que las mutualidades, mientras que las asociaciones no están tan diseñadas para este fin. Al ser reuniones de personas con una finalidad común, los sistemas de toma de decisiones están basados, en general, en la metodología de una persona, un voto, excepto, por ejemplo, en las cooperativas, en las que se reconoce un voto plural ponderado en función de la actividad cooperativizada en la cooperativa de un socio concreto. Las cooperativas normalmente tienen finalidad de lucro, mientras que las asociaciones y las mutualidades no.

El caso de las fundaciones es algo distinto. Las fundaciones provienen de los principios de altruismo, de solidaridad, orientados a organizarnos y a involucrar a unos recursos para ayudar a otros. Es un punto trascendente el paso de la orientación de nosotros hacia los otros. Esto comporta necesariamente la falta de afán de lucro, que los cargos en los Patronatos de las fundaciones sean gratuitos y que, en general, no se puedan beneficiar de sus actividades los familiares próximos de los promotores. El órgano de gobierno de una fundación es el Patronato, que tiene que asegurar que la entidad cumple la ley y que está alineada con la voluntad fundacional, pero no es el propietario de la fundación. El propietario de una fundación es la sociedad; si se disuelve, los bienes no vuelven nunca a quien los aportó en su momento, hecho que también las diferencia por su exigencia de otros tipos de entidades.

A pesar de la claridad de los principios que hemos anunciado, hay todo tipo de variantes: por ejemplo, las asociaciones de utilidad pública son asociaciones que han ampliado su foco y trabajan no solo para sus socios, sino para la sociedad en general; o un tipo especial de cooperativas, las cooperativas de iniciativa social, que han renunciado al afán de lucro. Son casos relevantes, pero que no superan en ningún caso el 5 % de las entidades de cada uno de los tipos enunciados en nuestro país.

  1. ¿Cómo ve el futuro de estas organizaciones que forman parte de la economía social?

La economía social es un concepto difícil de definir, es lo que los lingüistas llaman un concepto polisémico, un concepto que comporta diferentes definiciones según la perspectiva desde la que se mira, y eso incluye precisiones técnicas y visiones ideológicas.

Hay que tener presente que la economía social ya es un sector económico y social muy importante. En el ámbito europeo, se estima que hay dos millones de empresas que se dedican a la economía social, una cifra que representaría cerca de un 10 % del conjunto de las empresas europeas, y en las que trabajan once millones de personas.

Los caminos del futuro solo pueden llevar a un crecimiento de la economía social.

  1. En primer lugar, porque cuando el entorno se vuelve especialmente difícil para las personas, las entidades con un funcionamiento más cercano y más humano y con objetivos no estrictamente financieros son uno de los elementos para avanzar en proporcionar una vida más digna a los ciudadanos.
  2. En segundo lugar, porque está claro que la Unión Europea quiere avanzar claramente en este terreno estimulando el desarrollo de la economía social. Y finalmente, porque después de años de agravamiento de las diferencias sociales, de progresiva desaparición de la clase media y de permanente aumento de personas en los límites de la pobreza, las empresas más avanzadas ya han empezado a plantearse seriamente si en lugar de trabajar solo para los accionistas (shareholders), no tienen que pasar a trabajar para los grupos de interés (stakeholders), es decir, para todos los grupos sociales a los que afectan con su actividad.

Pero para mejorar las perspectivas se tendría que avanzar en la aproximación de los conceptos de tercer sector y de economía social, los dos muy relevantes en este contexto. El tercer sector pone más el foco en la falta de afán de lucro de las entidades, mientras que la economía social se fija más en cuál es el proceso de toma de decisiones, aunque hay aproximaciones y casos de todo tipo de combinaciones de estos conceptos. Es lo que hemos comentado antes, hay que ver en quién piensa más una entidad, si en nosotros o en los otros.

En cualquier caso, son dos aproximaciones que intentan mejorar la actuación tanto de las administraciones públicas como de las empresas convencionales para hacer avanzar a la sociedad. En necesario ir haciendo crecer de forma relevante su importancia en el conjunto de actividades de la sociedad y de la economía en la Cataluña del futuro, estimulando la existencia de una sólida red de entidades que ayuden a hacer una sociedad más equilibrada, más inclusiva y más justa.

  1. En el año 2018, la Unión Europea propuso un plan de acción para fomentar la economía social en Europa: Social Economy Europe (SEE). Según su punto de vista, ¿cómo cree que estas medidas pueden afectar a la realidad de las fundaciones en nuestro país?

El documento al que te refieres fue elaborado por el Intergrupo de Economía Social del Parlamento Europeo, que está formado para ochenta eurodiputados de seis grupos políticos diferentes, con el secretariado de Social Economy Europe (SEE), y se tituló: The Future of EU policies for the Social Economy: Towards a European Action Plan.

Es un documento de síntesis que orienta hacia la acción para impulsar la visibilidad de las entidades de la economía social, el apoyo a la innovación social y tecnológica, la mejora en el acceso a la financiación y a los fondos de la UE y la eliminación de los obstáculos jurídicos que impiden crecer y operar en el mercado único a entidades de la economía social, compitiendo con las empresas convencionales en las mejores condiciones.

Sin duda, es un documento importante, que sitúa como primera prioridad, como la prioridad más importante, la necesidad de avanzar en una concepción integradora y común (common understanding) sobre qué es y qué se entiende como economía social, de manera que se puedan concentrar las actuaciones bajo líneas comunes y no haya matices, complejidades y legalidades diferentes entre los países de la UE.

Este es un punto muy importante para ayudar a definir las reglas de juego y encontrar el impulso para un crecimiento rápido y relevante de lo que llamamos economía social en Europa, y también en Cataluña. Se tiene que superar la disquisición economía social versus tercer sector. Y eso no es fácil, porque detrás hay elementos ideológicos y también económicos. En España, hay una ley de economía social (2011) y otra del tercer sector (2015); en Galicia, una de la economía social (2016). Tienen una ley del tercer sector Euskadi (2016), Islas Baleares (2018) y Castilla-La Mancha (2020). Extrañamente, en Cataluña no hay ni ley de la economía social ni del tercer sector. Quizás tenemos la posibilidad de hacer avanzar claramente estas perspectivas, y esto sería positivo tanto para las fundaciones como para el resto de entidades que forman esta parte tan importante de la sociedad y de la economía del país.

El resto de medidas que contempla el documento son claramente buenas para el conjunto de los sectores afectados: mejorar la visibilidad, crear un ecosistema favorable con acceso a financiación, la incorporación de la economía social a los presupuestos y programas de la UE, construir indicadores para poder medir el avance de estos conceptos y realidades, facilitar el trabajo transfronterizo, mejorar el diálogo entre las entidades y las instituciones europeas, etc.

En definitiva, todo un mundo de posibilidades y de herramientas para trabajar por la mejora de la sociedad desde una perspectiva integradora dentro de un marco de valores humanos de alto nivel.