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“El modelo de banca cooperativa es más resiliente”

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“El modelo de banca cooperativa es más resiliente”

ENTREVISTA A Joan Cavallé, director general de Caja de Ingenieros desde 2005

La trayectoria profesional de Joan Cavallé se inició en el ámbito docente y de investigación en economía y ha estado vinculada principalmente al sector financiero, combinándolo con la docencia en la Universitat de Barcelona, la Universitat Politècnica de Catalunya o ESADE.

 Su incorporación como director general de Caja de Ingenieros en el 2005 fue previa a la crisis. ¿Cómo vivió aquel periodo en el que el sector bancario tuvo que sufrir una fuerte reestructuración?

La quiebra de Lehman Brothers supuso asumir que los tiempos en el sector bancario serían muy complejos en el futuro. En aquel momento no nos podíamos ni imaginar todo lo que pasaría en los años siguientes, con una reestructuración del sector bancario tan intensa, un apoyo por parte de los estados para rescatar tantas entidades con problemas y una política monetaria heterodoxa de inyección masiva de liquidez, que, por cierto, todavía está vigente.

Por nuestra parte, entendimos que en aquel periodo era necesario reforzar al máximo la gestión de los riesgos de crédito y liquidez, y generar orgánicamente el mayor capital posible. Eso nos permitió superar toda esa época de una forma relativamente tranquila, gracias al hecho de que no sufríamos la problemática común en el sector por la baja calidad de sus activos y, por lo tanto, nuestra Entidad estaba en muy buenas condiciones para mantener nuestro crecimiento a lo largo del periodo, como así fue. 

¿Qué cree que fue lo que nos llevó a la crisis del 2008?

Creo que fue debida a un conjunto de factores. Por una parte, un crecimiento muy fuerte del volumen de crédito, fundamentalmente hipotecario, que no es especialmente multiplicador de la actividad económica, y de un exceso de endeudamiento empresarial y de las familias. Por otra parte, el contexto era una valoración del riesgo de crédito excesivamente laxa con una gran complacencia en los mercados financieros. Y, finalmente, como tercer elemento, una supervisión del sector que no fue consistente ni actuó sobre gobernanza, conflictos de interés y la transparencia del sector. En este sentido, la puesta en marcha de Basilea II, que sobre el papel aportaba mejoras en la gestión del riesgo de crédito y en la solvencia del sector, fue una aplicación fallida y eso propició también la crisis tan profunda del sector.

Una de las consecuencias de la recesión del 2008 fue la desaparición de las cajas de ahorros. ¿Cuál cree que ha sido el impacto de esta desaparición en el sistema financiero catalán?

Cajas de ahorros y cooperativas de crédito constituyen el modelo de banca de proximidad y social enfocado en las personas, territorios y pymes, y ha sido un modelo consolidado en nuestro país. La pérdida de las cajas de ahorros ha comportado la desaparición de una parte muy relevante de la banca social, y la bancarización de las cajas ha transformado empresas de la economía social en empresas de capital, lo que supone, entre otros, la pérdida de su aportación a la acción social, que ha sido tan necesaria y activa en Cataluña.

Las cajas de ahorros aportaban a la sociedad una implicación directa en la economía local y en las personas, y respondían a las necesidades más directas de la sociedad. Este es un vacío que con el tiempo se llenará por la base social de las finanzas.

¿Su valoración del estado del sistema bancario catalán y español actual es positiva?

Personalmente creo que es mejorable, considerando indicadores y debates que el sector genera entre la población en los últimos años. De todos modos, vemos que el peso de la banca cooperativa, que hay que recordar que no ha necesitado ninguna ayuda pública y ha aportado recursos a la reestructuración del resto del sector, ha crecido de forma significativa en los últimos años. Tendencia que está plenamente vigente en Europa donde hay más de 2.900 bancos cooperativos que representan una cuota de mercado del 22% y que prestan servicio a más de 200 millones de clientes en Europa.

Hemos demostrado con el tiempo que el modelo cooperativo que defendemos en Caja de Ingenieros desde hace más de 50 años es más resiliente, favorece el desarrollo económico y social del territorio en el que tiene presencia, apuesta por el fomento de una economía responsable y contribuye a la estabilidad financiera. Considero que la banca cooperativa tiene un extraordinario potencial de crecimiento tanto en Cataluña como en España, porque cada vez son más los que confían en el modelo cooperativo.

¿Cree en el riesgo de una nueva recesión?

Los indicadores macroeconómicos no auguran una recesión a corto plazo. Es cierto que los vientos de cola (tipos de cambio, precio del petróleo y comercio exterior) han disminuido considerablemente, pero, en un contexto de tipos de interés que se esperan muy laxos en los próximos dos años, la macro no tendría que generar sorpresas. No obstante, tenemos preocupación por los conflictos geopolíticos (brexit, Italia, políticas proteccionistas, etc.), que están contaminando las expectativas y generando incertidumbre, hecho que en un contexto de mercados financieros muy correlacionados y erráticos como el actual puede traer, finalmente, impactos más que notables en los indicadores macroeconómicos. Los gobiernos tienen pocas herramientas de política económica (la monetaria ausente en Europa) y el endeudamiento global es ahora más elevado que en 2008.

El crecimiento de Caja de Ingenieros ha sido sostenido desde hace más de 10 años. ¿A qué atribuye el éxito?

Como banqueros, nuestra cultura de gestión de riesgos es muy intensa y, como entidad cooperativa, la calidad del servicio al socio, el principal activo de nuestra gestión del negocio. La apuesta por la tecnología como medio para ganar eficiencia y al mismo tiempo proximidad al socio y estar atentos a sus necesidades constituyen elementos fundamentales para explicar nuestra trayectoria.

Respecto a nuestra firme convicción de atender las necesidades de nuestros socios, querría remarcar que iniciamos la banca de empresas en el momento más álgido de la restricción financiera porque los socios nos lo pidieron. Ahora, este segmento de negocio también nos aporta diversificación en nuestros ingresos, lo que nos hace más competitivos en todos los ámbitos.

¿Qué papel cree que juega en la buena marcha de Caja de Ingenieros el hecho de que sea una cooperativa?

Para mí es la condición necesaria, que no suficiente. En pocas palabras, tanto la Entidad como nuestros socios compartimos intereses comunes. El valor añadido como cooperativa es que son los socios quienes marcan el rumbo de nuestra Entidad a través de sus necesidades y de lo que nos trasladan que esperan de nosotros. Ellos son los protagonistas únicos de Caja de Ingenieros.

¿Hay una demanda creciente de finanzas éticas por parte de empresas y particulares?

Absolutamente. Hay una demanda generalizada de la sociedad hacia las empresas más responsables y eso, por supuesto, también lo observamos en las finanzas.

Como demuestran estudios de todo el mundo, las empresas que siguen criterios socialmente responsables ASG (medioambientales, sociales y de gobierno corporativo) tienen un perfil de riesgo inferior, una mejor evolución de sus cotizaciones bancarias y menos volatilidad, hecho que les aporta un coste del capital y del crédito más reducido. Es decir, no es un tema de buenismo, no solo se trata de generar bien común, sino que estas empresas o entidades financieras alcanzan también mejores condiciones competitivas.

¿Cuáles son ahora los principales retos de Caja de Ingenieros?

Para nosotros hay un reto que es permanente y primordial: mejorar continuamente la satisfacción de nuestros socios.

Actualmente afrontamos también otros cuatro grandes retos. Dar respuesta a una regulación, que no es proporcional ni pensada para entidades de nuestro perfil de riesgo y modelo de negocio cooperativo, y que tenemos que resolver con un esfuerzo muy considerable. La digitalización como elemento transformador, no solo del servicio, sino también de nuestra función de producción, pero sin olvidar la indispensable atención personal, asesoramiento experto y empatía con nuestros socios.

El complejo contexto financiero, tipos de interés, diferenciales de crédito distorsionados por la política monetaria heterodoxa en proceso de finalización y, por último, el reto de atender a la muy notable creciente demanda de servicio que estamos registrando por todas partes y a la que queremos dar respuesta sin atravesar la línea roja de la calidad y proximidad a todos los socios, hecho que nos obliga a innovar en procesos, infraestructuras y propuesta de servicio.

Un apunte sobre la profesión… ¿qué características y habilidades cree que debe tener un economista?

Un economista debe tener, por encima de todo, visión e inquietud social. La finalidad de nuestra profesión es mejorar las condiciones de vida de las personas y eso tiene que ver con la sociedad. Por otro lado, creo que los economistas tenemos unas capacidades destacadas en los contextos de incertidumbre, y eso nos ayuda a ser capaces de tomar decisiones que no son obvias pero que asumimos por nuestra capacidad de relacionar o correlacionar diferentes indicadores, tendencias, etc., aunque parezcan divergentes. La capacidad de entender la disrupción es fundamental para nosotros, especialmente en el contexto actual de incertidumbre y cambio actual. Finalmente, el rigor profesional y la actitud proactiva ante el bien común son indispensables para aportar nuestro trabajo a la sociedad.

¿Cómo ve la trayectoria del Colegio de Economistas de Cataluña?

El Colegio ha alcanzado un enorme prestigio como referente en nuestro país de opinión en todos los ámbitos en que nos movemos los economistas.

Valoro especialmente el gran trabajo que las últimas juntas han afrontado, tanto en la gestión de la institución como en la aportación a los colegiados, así como a la sociedad con respecto a opinión, formación, debate y propuesta que el Colegio ha sabido construir en estos años tan complejos y difíciles. Me siento muy orgulloso de ser colegiado desde 1981.

 

Entrevista publicada en la Revista l’Informatiu de l’economista, del Col·legi Economistes de Catalunya