De acuerdo con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12 de la ONU, se plantea la necesidad de conseguir un ciclo de producción y consumo sostenible y responsable con el planeta. Dentro de esta meta, una de las estrategias que los países tienen que implementar es la de las 3 R: reducir, reutilizar y reciclar. Si nos centramos en reciclar, hay que destacar que el simple hecho de separar los diferentes tipos de materiales y tirarlos a sus contenedores correspondientes puede tener grandes beneficios en el medioambiente.
Reciclar nos ayuda a ahorrar materias primas, agua y energía, y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, además de generar nuevos puestos de trabajo y tejido industrial.
La importancia de reciclar el plástico
Actualmente, el consumo de plástico se ha convertido en uno de los primeros problemas medioambientales del planeta, ya que su descomposición es muy lenta y poco beneficiosa. Además, otra cuestión es la gran cantidad de microplásticos que genera, puesto que la gran mayoría acaban en el océano, lo que es muy perjudicial para la biodiversidad y los ecosistemas marinos.
De hecho, se calcula que el 81 % del plástico que consumimos se convierte en residuo después de su fabricación, y solo un 9 % se recicla. Además, la mitad de todo el plástico consumido por la humanidad se ha producido en los últimos quince años. Por ello, no solo es necesario reciclarlo, sino que también tendríamos que plantear nuevas formas de consumo para una economía más circular.
Ejemplos internacionales para reciclar mejor
Ante este panorama, los países se ven con la necesidad de desarrollar alternativas y sistemas innovadores más sostenibles, y han conseguido aumentar su tasa de reciclaje estos últimos años gracias a la inversión en tecnología, a las campañas de concienciación y a la introducción de políticas que incentivan a las empresas y a los ciudadanos a reciclar más y mejor.
Los países del norte de Europa siempre han destacado por ser pioneros en el ámbito de la sostenibilidad. En concreto, Suecia es experta en separación y reutilización de residuos gracias al compromiso de sus ciudadanos. Además, su sistema waste‑to‑energy aprovecha la incineración de los residuos no reciclables para la producción de energía y abastecer de electricidad a 150.000 hogares. Este sistema ha tenido una gran acogida en el país, que ha necesitado importar basura de otros países para mantener el rendimiento de sus plantas durante todo el año.
En segundo lugar, Suiza es un ejemplo de país que ha sabido implementar la economía circular mediante la concienciación ciudadana, y lo ha hecho a través de formación y de políticas nacionales. Además, ha fomentado la reducción de desechos de elementos no reciclables con medidas como la bolsa única. Para deshacerse de este tipo de residuos, se deben adquirir unas bolsas que tienen un coste, mientras que reciclar es gratuito. Esto ha permitido que la generación de residuos no reciclables disminuya unos 90 kilos por persona al año en un margen de veinte años.
Otro ejemplo es Japón, que consigue reciclar con éxito gracias a su minuciosidad. Los ciudadanos son los responsables de la separación de sus propios desechos en diferentes categorías para que posteriormente se los recojan por días.
Finanzas para la sostenibilidad
En definitiva, el reciclaje es una de las 3 R que nos permitirá acercarnos a una economía más circular, en la que se pretende extender el ciclo de vida de los productos al máximo con el objetivo de crear un valor añadido.
Para avanzar en este modelo de desarrollo sostenible basado en la economía circular, también entran en juego las finanzas sostenibles. Desde Caja de Ingenieros, ampliamos día tras día nuestra oferta de productos y servicios ISR, comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con otros que contribuyen a mejorar la eficiencia energética y a reducir la huella ecológica. Entre nuestros fondos de inversión ISR, encontramos los siguientes: Fonengin ISR, FI; Caja Ingenieros Environment ISR, FI; CdE ODS Impact ISR, FI; y Caja Ingenieros Global ISR, FI.
