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Estados Unidos y China, ¿Habrá acuerdo comercial?

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Estados Unidos y China, ¿Habrá acuerdo comercial?

El pasado 14 de marzo, la agencia Bloomberg informaba de que la esperada cumbre entre los presidentes Trump y Xi Jinping para sellar un acuerdo comercial entre EE.UU. y China no se celebrará en marzo, sino que “se prevé para el mes de abril”. Aunque los equipos negociadores muestran su optimismo, con este retraso se mantiene la incertidumbre respecto a la guerra comercial iniciada por la Casa Blanca en 2017 y que desde mediados del año pasado ha tenido claras consecuencias negativas para la economía mundial y la evolución de los mercados financieros.

En este informe analizamos la política proteccionista de EE.UU. desde el inicio de la presidencia de Trump en enero de 2017, los impactos negativos para la economía mundial y los mercados financieros, las expectativas para la firma de un acuerdo comercial y sus posibles consecuencias positivas.

¿Cómo hemos llegado aquí?

Empecemos con un poco de historia para entender la situación actual. Podríamos decir que el conflicto comercial actual entre EE.UU. y China nace en 2001, cuando la Organización Mundial del Comercio (OMC) dio la bienvenida a China como miembro número 143. En su discurso, el presidente chino Jiang Zemin prometió que China respetaría las reglas del libre comercio.

Desde ese año 2001, la cuota de China en las exportaciones mundiales se ha disparado desde un 4% hasta casi un 14% actualmente, gracias a un modelo económico basado en la fabricación de productos de bajo coste, al apoyo estatal en la creación de empresas semipúblicas y a un tipo de cambio del yuan controlado.

Aunque los efectos económicos para China, EE.UU. y la economía mundial en general fueron inmediatos y claramente positivos para el comercio exterior y el crecimiento económico, de forma paulatina se han creado grandes grupos de perdedores que se han visto perjudicados por el incremento de la desigualdad de ingresos. El modelo productivo de China se ha centrado en la producción industrial de bajo coste, un hecho que ha obligado a las economías desarrolladas a cambiar su modelo hacia industrias más intensivas en capital, con consecuencias negativas para la creación de empleo y para el poder adquisitivo de las familias. Por ejemplo, en EE.UU., entre 2001–2016, la renta disponible estuvo estancada para un 20% de las familias americanas, y para otro 20% de la sociedad, únicamente creció un 4%.

En su campaña electoral, Trump conectó con estos grupos y prometió enfrentarse a China por su política económica “abusiva”, impulsar la producción industrial de EE.UU. y reducir el déficit en la balanza comercial de EE.UU. con el objetivo de “Make America Great Again”.

Acuerdo comercial

El foco de Trump en China

Aunque la Casa Blanca aplica una política proteccionista con todos sus socios comerciales en general, muestra un claro foco en renegociar los acuerdos comerciales con China. ¿Por qué esta obsesión?

  • Aunque el déficit por cuenta corriente de EE.UU. actualmente es limitado (2% del PIB), gran parte de este saldo procede de la balanza comercial de bienes. La mitad de este déficit viene del comercio con China y, además, se ha duplicado en los últimos 15 años. El saldo negativo de la balanza comercial de EE.UU. con China triplica, por ejemplo, el que tiene EE.UU. con la UE o incluso es casi seis veces mayor que con Japón. De cara a sus votantes, Trump necesita un culpable de este déficit, y este culpable es China.

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  • La Casa Blanca considera que la competencia de las empresas chinas es abusiva teniendo en cuenta el fuerte apoyo estatal en las mismas. Como ejemplo, China, a través de su State-owned Assets Supervision and Administration Commission, controla más de la mitad de las compañías chinas incluidas en la lista Fortune 5001. Al poco tiempo de asumir la presidencia de los EE.UU., en una cumbre de la Asia-Pacific Cooperation (APEC), Trump declaró: “Ya no podemos tolerar estos abusos comerciales crónicos, y no los toleraremos más… por esta razón estoy aquí hoy…”.
  • Trump ve una amenaza el China Manufacturing 2025, el plan estratégico lanzado por el primer ministro Li Keqiang en 2015, según el cual China pretende dejar de ser “la fábrica barata del mundo” para enfocarse en productos y servicios de mayor valor añadido con elevada inversión en I+D como los sectores de semiconductores, robots, energía renovable, etc. El foco de China en este plan significa una amenaza para el modelo económico de EE.UU. basado en un fuerte desarrollo tecnológico.

Las medidas proteccionistas

Desde el primer momento de asumir la presidencia de los EE.UU. el 20 de enero de 2017, Trump ha puesto el foco en medidas proteccionistas y búsqueda de acuerdos comerciales bilaterales más favorables para EE.UU. con sus principales socios económicos.

  • El tercer día de su presidencia se firmó la salida del TPP, el Acuerdo Comercial Transpacífico de Cooperación Económica con doce países del Pacífico.
  • Más adelante amenazó con salir del NAFTA, el acuerdo comercial entre EE.UU., Canadá y México, e inició negociaciones que después se formalizaron en un nuevo acuerdo con condiciones más favorables para las exportaciones americanas.
  • En 2018, la Casa Blanca extendió su estrategia y anunció los primeros aranceles sobre importaciones de lavadoras y paneles solares desde China.
  • En febrero aprobó un incremento de las tarifas sobre el acero (25%) y el aluminio (10%) importados en EE.UU.
  • El conflicto con China se intensificó en julio cuando la Administración de Trump anunció nuevos aranceles del 10% sobre cerca de la mitad de las importaciones realizadas desde China y amenazó con salir de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
  • La reacción de China fue inmediata. Ante la confirmación de que “EE.UU. está iniciando una guerra comercial”, el presidente Li Keqiang anunció la imposición de nuevas tarifas por importe de 34.000 millones de USD a las importaciones desde EE.UU.
  • Antes de acordar un alto el fuego para un periodo de 3 meses con el presidente chino en la cumbre del G‑20 en diciembre, Trump insinuó que podría incrementar esta última tarifa incluso hasta el 25%.

Las consecuencias económicas y financieras

Aunque los efectos negativos de la política proteccionista han tardado en producirse, desde mediados de 2018 tanto los datos económicos como los resultados empresariales se han visto impactados por los nuevos aranceles y por la incertidumbre provocada por el conflicto comercial entre EE.UU. y China, que han causado episodios de volatilidad en los mercados financieros.

Impacto en el comercio internacional

En cuanto a la economía, se ha visto una lógica reducción del ritmo de crecimiento del comercio internacional, tal como reflejan los datos de crecimiento trimestral y los indicadores del comercio exterior, el índice Baltic Dry2 y el World Trade Monitor de la Organización Mundial del Comercio.

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Fuente: Bloomberg

La reducción del comercio internacional ha afectado a la actividad económica de países exportadores como, por ejemplo, China, Alemania, Corea del Sur y Japón, los cuales, desde hace unos meses, muestran una caída en los datos de confianza empresarial, de actividad manufacturera y de las exportaciones de los bienes más afectados por los aranceles impuestos por EE.UU. y China. En diciembre de 2018, el Fondo Monetario Internacional advirtió que la guerra comercial puede frenar el crecimiento económico mundial y anunció que está analizando recortar nuevamente las previsiones de crecimiento para 2019, como ya hizo en su última revisión de octubre (crecimiento del PIB mundial del 3,7% desde el 3,9% proyectado anteriormente). En esta misma línea, a principios de marzo la OCDE rebajó sus previsiones de crecimiento del PIB mundial para 2019 hasta el 3,3% por las consecuencias negativas de las tensiones comerciales.

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Resultados empresariales

A nivel microeconómico, la guerra comercial también ha generado sus primeros daños colaterales: compañías americanas como Apple o Caterpillar han presentado caídas de beneficios por la reducción de la demanda desde China; Coca Cola Co. y Alcoa se quejan de la reducción de márgenes por el incremento del precio de sus materias primas; y empresas exportadoras como Boeing, Ford y General Motors se han visto obligadas a ajustar sus estimaciones de ventas. Muchas otras han eliminado o retrasado planes de nuevas inversiones en Capex (inversiones de capital que crean beneficios) por la incertidumbre económica y financiera generada por las tensiones políticas y la guerra comercial.

Mercados financieros

Los mercados financieros reaccionaron de forma muy negativa a la intensificación del conflicto comercial. Las consecuencias de este hecho se reflejaron en la segunda mitad de 2018 con caídas en todas las bolsas mundiales y correcciones especialmente pronunciadas en los sectores y compañías más afectados por la reducción del comercio internacional como son, por ejemplo, el sector del automóvil, el consumo cíclico o el sector químico. La continuidad de una guerra comercial provocaría un ajuste adicional en las estimaciones de los beneficios empresariales, en las expectativas de inflación y de consumo y en la inversión.

En caso de continuar la tendencia hacia un mayor proteccionismo e incremento de aranceles, las consecuencias económicas a medio y largo plazo son claramente negativas. Según un estudio elaborado por Bloomberg Economics, en caso de una imposición por parte de EE.UU. de aranceles del 10% a sus importaciones con posteriores represalias por parte de otros bloques económicos, se podría reducir el comercio internacional en un 4% en 2021 y tendría un efecto perjudicial en el PIB mundial de casi el 1%. En un escenario aún más severo de tarifas del 20%, los impactos en 2021 serían de más del 7% y 1,5%, respectivamente.

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Un segundo efecto sería un incremento de precios de los productos afectados por los aranceles, sobre todo en sectores con complejas cadenas de suministros internacionales en los que las múltiples importaciones de distintos componentes o materias primas se ven afectadas por las tarifas. Como “fábrica del mundo”, China juega un papel muy importante en estas cadenas, sobre todo como proveedor de maquinaria, equipos de telecomunicaciones, etc. Según un estudio de 2013 del OECD, por ejemplo, el sector de fabricación de bienes duraderos, equipos eléctricos, automóviles o bienes de equipo tiene una dependencia de tales cadenas de suministros de más del 60% del valor de sus exportaciones.

El impacto de los precios finales para los consumidores dependerá de la intención y la capacidad de las empresas de trasladar el incremento de sus costes a los precios finales o de reducir márgenes, aunque no hay duda de que una prolongación de la existencia de elevados aranceles causaría un incremento de la inflación. En todas las guerras hay víctimas; en las guerras comerciales, las víctimas suelen ser los consumidores.

Negociaciones entre EE.UU. y China

En la cumbre del G-20 del pasado mes de diciembre, Trump y Li Keqiang llegaron a un acuerdo para no imponerse nuevos aranceles durante un periodo de 90 días con el objetivo de continuar las negociaciones bilaterales. ¿Por qué la Casa Blanca accedió a este alto el fuego? ¿Por qué ha suavizado su posición?

Aunque la exacta estrategia de negociación solo la conoce Trump, seguramente la moderación de su posición tiene mucho que ver con el deterioro de los datos económicos adelantados, la queja de varias compañías líderes estadounidenses sobre el difícil entorno de negocio o las crecientes críticas internas en EE.UU. sobre la rotura de la tradición americana de promover el libre comercio. Desde finales de 2017, el déficit de la balanza comercial de EE.UU. con China ha incrementado un 20%, lo cual posiblemente ha hecho ver al presidente que un pacto con China favorecería a la economía americana.

Otro factor que puede explicar el cambio de estrategia negociadora de la Casa Blanca es el riesgo de represalias de China no solo en forma de nuevos aranceles, sino también en forma de una devaluación del yuan o de ventas de activos financieros de EE.UU. como, por ejemplo, la fuerte posición de bonos Treasury (China es el comprador principal de las emisiones de deuda pública americana).

Pero teniendo en cuenta la elevada tendencia del presidente americano de ver la evolución de las bolsas como un indicador de éxito de sus políticas económicas, seguramente la fuerte corrección del S&P 500 y el Dow Jones en el último trimestre del año fue otro factor determinante en el acercamiento a China. Recordemos, por ejemplo, un tuit de Trump a finales de 2017 que decía: «El Dow Jones sube 5.000 puntos en un año. “¡Make America Great Again!“». 

Expectativas para un acuerdo comercial

La noticia del pasado 14 de marzo sobre un retraso de la cumbre entre Trump y Xi Jinping hasta posiblemente el mes de abril es una decepción y muestra la complejidad de las negociaciones que no solo se centran en los aranceles y el déficit comercial de EE.UU. con China, sino también en las inversiones directas en ambos países, en la estabilidad de los tipos de cambio, en los subsidios industriales y en los derechos de propiedad intelectual. No obstante, según declaraciones de los equipos negociadores y otras personas vinculadas, el tono continúa siendo constructivo y se están consiguiendo progresos. En esta misma línea, Trump declaró recientemente en un tuit: “Reuniones importantes y conversaciones telefónicas sobre el acuerdo comercial con China, hoy con mi equipo asesor. Hemos progresado mucho en muchos frentes.”

Un acuerdo comercial entre EE.UU. y China sería, obviamente, una noticia positiva para el comercio internacional, para las expectativas de la economía global y para la evolución de los mercados financieros a medio y largo plazo. Aunque mucho dependerá de los detalles del acuerdo: un pacto sólido entre ambos países mejoraría las condiciones para muchas empresas exportadoras e importadoras, incrementaría la visibilidad para nuevos proyectos de inversión, comprimiría el impacto de los aranceles en los precios de componentes y materias primas y reduciría la prima de riesgo en los mercados financieros.

Aunque los impactos positivos de un acuerdo serían innegables, consideramos que una dosis de prudencia en el análisis de las consecuencias a largo plazo es necesaria. Por un lado, porque, en función de los detalles del pacto EE.UU.-China, las exportaciones de otros países, como por ejemplo las europeas, pueden verse afectadas negativamente en caso de que China se comprometiera a incrementar el importe mínimo de sus importaciones destinadas a las empresas estadounidenses. Y por otro, porque la tendencia generalizada de muchos bloques económicos a defender sus intereses económicos en forma de medidas proteccionistas, apoyo estatal al sector corporativo, políticas de tipo de cambio, etc., continuará, pero teniendo en cuenta diferentes factores estructurales (elevado endeudamiento, reducción del ritmo de crecimiento de la población, envejecimiento de la población, etc.) que limitan el crecimiento económico potencial a largo plazo. En este sentido, la reciente amenaza de Trump de imponer aranceles de importaciones de automóviles y componentes desde la UE, justificados por “razones de seguridad nacional”, es un ejemplo.

1 La lista Fortune 500 es una lista anual publicada por la revista Fortune que presenta las 500 mayores empresas por cifra de ventas.
2 El índice Baltic Dry, publicado por el Baltic Exchange en Londres, refleja la actividad de los fletes marítimos de carga a granel de 20 rutas marítimas en el mundo, y, por tanto, es considerado como un indicador del comercio exterior.