La semana pasada tuvo lugar la cumbre climática COP26 en Glasgow. Estas jornadas han sido el marco de discusión de todos los temas que quedaron pendientes de la COP25 y han servido para terminar un borrador de un acuerdo general para mirar de conseguir objetivos y poner en marcha todos los mecanismos previstos en el Acuerdo de París.
Los acuerdos políticos paralelos han dado cierto impulso a la acción, pero en su mayoría son acuerdos voluntarios, de muy baja ambición, que contienen pocos planes tangibles para conseguir reducciones ambiciosas de las emisiones en la práctica. Los acuerdos se centran en reducir las emisiones de metano, detener la deforestación y eliminar el consumo de carbón.
Fuerte compromiso con los 1,5 grados, pero con poco para apoyarlo
Si seguimos con el ritmo actual de emisiones, iremos hacia un calentamiento de 2,7 grados en 2050. Las dos grandes metas en esta materia eran, inicialmente, “mantener vivo” el aumento máximo de las temperaturas de 1,5 grados y llegar a los 100.000 dólares anuales de financiación internacional de la acción climática. Este segundo objetivo se incumplió antes de la COP26, con el anuncio del 2023 como la nueva fecha en el horizonte. Sobre el primer objetivo, el presidente de la COP26, Alok Sharma, afirmó: “Podemos decir con credibilidad que hemos conseguido mantener vivo el objetivo de los 1,5 grados, pero su pulso es débil y solo sobrevivirá si mantenemos las promesas y traducimos los compromisos en acciones”.
Acuerdo para frenar la deforestación y reducir las emisiones de metano
La humanidad inyecta anualmente casi 42.000 millones de toneladas de CO₂ en la atmósfera. Gran parte de estas emisiones es fruto del uso de combustibles fósiles, pero una parte sustancial, alrededor del 16 %, se deriva de cómo se utiliza el suelo. Y la proporción más grande de las emisiones de la utilización del suelo es causada por la deforestación. En este sentido, la tala indiscriminada de árboles contribuye al cambio climático porque elimina las masas forestales, que son las que absorben grandes cantidades de CO₂.
Entre las cosas buenas que han dejado estas jornadas es una mayor defensa de los bosques frente a la deforestación. Un objetivo que se ha establecido es detener la deforestación para 2030 y de este modo proteger la biodiversidad del planeta. Se quieren promover incentivos para la agricultura sostenible y acabar con la inversión en actividades vinculadas a la deforestación.
También ha habido otro gran protagonista en la conversación, el metano, el gas de efecto invernadero que se estima que provoca el 25 % del cambio climático. Se ha conseguido que 103 países firmen un convenio para reducirlo un 30 % de aquí a 2030. Si se consigue el objetivo a finales de esta década, se limitará el calentamiento global en al menos 0,2 grados para 2050.
Acuerdo entre EE. UU. y China
China es el principal emisor de CO₂, pero los EE. UU. son los primeros en emisiones acumuladas. Por lo tanto, son los dos principales países emisores de gases de efecto invernadero. En este marco, otra buena noticia fue la sorpresa más inesperada y el mayor impulso que recibió la cumbre: el acuerdo bilateral al que han llegado Estados Unidos y China. Se trata de una declaración bastante firme de mantener un diálogo abierto entre los dos países para tratar las cuestiones relacionadas con el cambio climático. Han anunciado que desarrollarán planes sobre las emisiones de metano y que cooperarán en su medición y mitigación. La posición de China, sin embargo, es de conseguir la cima del fin de emisiones GEI en 2030.
Las finanzas sostenibles en la COP26
En el marco de la cumbre, El País publicó una reflexión sobre la importancia de las finanzas sostenibles y el papel que deben tener tanto el sector financiero como los consumidores en el cambio climático, apelando a la responsabilidad de todos.
“La configuración de un marco normativo en materia de finanzas sostenibles constituye así un ámbito de interés por su poder para incentivar y acelerar comportamientos económicos virtuosos, como resultado de una fuerte reorientación de flujos de capital hacia inversiones calificadas como sostenibles. Además, la incorporación de la gestión del riesgo climático en las decisiones estratégicas de la empresa hará de la sostenibilidad su propósito. La Unión Europea así lo ha entendido, y dispone ya de un cuerpo normativo de utilidad en materia de divulgación y taxonomía, al que se une el Banco Europeo de Inversiones, convertido por convicción en un Banco Climático. No son solo los Estados los responsables de impulsar el cambio hacia una economía baja en carbono. Los inversores y los consumidores pueden constituirse en agentes muy relevantes para acelerar el proceso: basta con incorporar el riesgo climático en nuestras decisiones de compra o inversión.”[1]
Caja de Ingenieros y Caja Ingenieros Gestión forman parte de las cerca de 600 entidades financieras y de inversión que se han adherido al “2021 Global Investor Statement to Governments on the Climate Crisis”, una declaración a través de la cual los firmantes pedimos a los gobiernos que implementen políticas que ayuden a abordar la crisis climática coincidiendo con la Asamblea General de las Naciones Unidas en el COP26 de Glasgow.
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[1] (02/11/2021). COP26: Finanzas sostenibles. El País. https://elpais.com/opinion/2021-11-02/finanzas-sostenibles.html
